Conocí
a unos saharauis del nuestro ex-Sahara, allá por los años 80, en un encuentro
de jóvenes del Mediterráneo en Argelia. Recuerdo perfectamente aquellos días con
chavales también de 20 años, de tez oscura y facciones magrebíes pero con un
castellano perfecto. Y, lo que más me llamó la atención, fue repasar nuestra infancia
común: habíamos estudiado con los mismos libros, cambiando las enciclopedias de
Álvarez por las fichas de Santillana. Habíamos sufrido juntos el paso de “La
Casa del Reloj” a “Un globo, dos globos, tres globos” en la programación
infantil de la tele. E, incluso, habíamos soportado ambos a Julio Iglesias
cantando Güendoláin en Eurovisión…
Y luego
llegó la traición. Nuestro abandono. Legionarios cubiertos de tatuajes y golpes
de estado huyendo a la primera amenaza del reyezuelo corrupto del norte. Un príncipe hablaba de responsabilidades, cien días antes de abandonarlas como rey. Traición,
abandono y falta de responsabilidad. Y cuando, años más tarde, te encuentras
con los frutos de esa traición conversando sobre canciones de escuela y
programaciones de tele-club, asumes la responsabilidad que tu estado no fue
capaz de mantener.
Es esa
la razón por la que, en España, se mantenga la amplia red de apoyo al Sahara y
sus gentes. Millares de ciudadanos y ciudadanas que asumen nuestra
responsabilidad como país para con el Sahara Occidental, esa responsabilidad en
la que ya hace 40 años claudicó nuestro estado. Manifestaciones, presiones,
actos, acogidas de niños y niñas… Y cientos de jóvenes saharauis que se quedan,
en las condiciones más complicadas, en un país que no les reconoce su
singularidad diplomática. Aprenden en castellano, su segundo idioma, en la casa
de la madrastra que los abandonó, con el objetivo, seguramente, de volver a su
tierra algún día pudiendo reconstruir su propio país con los estudios
alcanzados. O volver a sus campamentos de refugiados, en plena hamada argelina,
a ayudar a sus familiares a soportar los cuarenta años de exilio.
Cómo
viven durante sus estudios; cómo los acoge España; qué sienten ellos en este su
re-exilio, su re-refugio; cómo ven su regreso al Sahara. Ebbaba Hameida Hafed,
una joven periodista saharaui afincada en España, graba un recorrido por sus
vivencias de juventud en este occidente en crisis: “Marcharon con la responsabilidad del porvenir de su tierra, dejando las
jaimas de los senderos por los altos edificios de los transitados bulevares.
Pero con una convicción grabada en cada paso que avanzaban: el regreso para
hacer de su formación el futuro de su pueblo. Es el clamor de unas almas
enraizadas a su tradición, a su cultura, a las historias de sus arenas. El
desierto no era el mismo, nunca lo fue. Este documental muestra cómo ellos se
fueron para cambiarlo”.
Miguel Cordero
Aquí tienes el trailer:
Directora: Ebbaba Hameida Hafed
Montaje: Saâd Jebbour Najda
Guión: Ebbaba Hameida Hafed
Montaje: Saâd Jebbour Najda
Guión: Ebbaba Hameida Hafed
Música: Miriam
Hassam; Mourguia Abdulah Ahmed y Gabriel Flores
Fotografía:
Saâd Jebbour Najda
Productor: Nicolás F. Calvo (Dajla.org)
Productor: Nicolás F. Calvo (Dajla.org)
Año:
2013
Duración: 20 min.
Duración: 20 min.
País: España
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