Cine negro, muy negro, y rodado naturalmente también en blanco y negro con una fotografía barroca e inspirada en el expresionismo alemán (captada por Russell Metty) que acentuaba los contrastes luminosos y lo grotesco de sus personajes. No era una película de Dreyer, pero el tratamiento de la luz y las tinieblas estaban a la par con su trasfondo, el enfrentamiento entre la integridad y la corrupción. El primer concepto representado por Mike Vargas (Charlton Heston), un influyente agente antidrogas del gobierno mexicano, y el segundo por el capitán de policía estadounidense Hank Quinlan (encarnado por el propio Welles).
Su primicia en Los Angeles fue el 23 de abril de 1958 y era el octavo largometraje del genio que había sorprendido en su debut, uno de los mejores de la historia del cine, con Ciudadano Kane (1940). Antes de Kane, un mediometraje de unos 40 minutos, Too Much Johnson, con Joseph Cotten, que nunca llegó a estrenarse en los cines.
La trama cuenta con varias líneas argumentales, todas relacionadas. La investigación del asesinato del empresario norteamericano y los presuntos métodos ilícitos de Quinlan para obtener pruebas falsas cruzándolos con el delicado caso que tiene entre manos Vargas para meter entre rejas a los Grandi, una peligrosa familia de narcotraficantes, y los planes de estos para intimidar a la joven y recién casada Susan (Janet Leigh), la esposa de Vargas.
Sobre la película planea una constante atmósfera de inquietud y acecho (sobre todo al personaje de Janet Leigh). En el ambiento fronterizo se respira vicio y desorden: reyertas callejeras, licorerías, cabarets o locales de striptease cobijando las bajas pasiones. Matones añiñados con aspecto de gigoló, hombres que se humedecen los labios en presencia de una mujer (Akim Tamiroff, interpretando a uno de los mafiosos Grandi, en presencia de Leigh), esa soberbia caracterización de Orson Welles o el aliciente añadido de las breves secuencias con Marlene Dietrich, cruciales para entender mejor el personaje de Quinlan. Ante tan abrumador cúmulo de genialidades ni siquiera importa que Charlton Heston se olvidara de imprimirle un acento hispano a su personaje.
Sed de mal tuvo que esperar a su llegada a las pantallas europeas para revalorizarse, y a posteriores versiones para acercarnos más a esta obra capital del cine negro norteamericano, la de 1976 a partir de una copia hallada de 106 minutos (en contraste con el de 93 con el que se estrenó la versión de Universal), o la de 1998, restaurada intentando seguir las indicaciones del memorándum de 58 páginas que había escrito Wells en su momento indicando cómo era su visión de la película.
Título Original: Touch of Evil Dirección:Orson Welles. Guión: Orson Welles (Novela: Whit Masterson). Música: Henry Mancini. Fotografía; Russell Metty (B&W) Intérpretes:
Charlton Heston, Janet Leigh, Orson Welles, Marlene Dietrich, Joseph Calleia, Akim Tamiroff, Dennis Weaver, Ray Collins, Mercedes McCambridge, Joseph Cotten, Zsa Zsa Gabor Productora; Universal Pictures País: Estados Unidos. 1958 Duración: 108 minutos
Sed de Mal se proyectará en la Muestra de Cine de Ascaso el jueves 27 de agosto de 2020, a las 21:15. Será la versión definitiva reconstruida a partir del memorándum del Orson Welles.
Ventra de entradas en https://entradium.com/es/events/sed-de-mal-27-de-agosto
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